facebook youtubeflickr video
don
Avant

ECOVOLONTARIADO RUSSIA
RESERVA LUPUS LAETUS

mongolia
Pologne

Cuando llegamos a Kostomuksha, el asistente terreno de la asociación Lupus Laetus, Iouri, nos acogió luego llevó en el pequeño pueblo de Voknavolok a aproximadamente 50km más al norte. Después de haber seguido diferentes pistas a través del bosque, paramos el vehículo sobre las orillas de un río.

En este momento, dos ecovoluntarios, Maud y Camille, vinieron buscarnos en barca para llevarnos sobre la otra orilla dónde se sitúa el campamento.

La casa donde somos acogidos es una antigua granja de madera, con una sauna en el interior. No hay agua corriente, ni de electricidad. El agua del lago será nuestro recurso, un generador para la electricidad nos permitirá recargar las baterías cerca de las dos horas al día.

Para nuestra llegada, dos oseznos todavía hibernan en una guarida a 20 metros de la casa. Éstos fueron al contacto del hombre después de su nacimiento y la asociación desea reintroducirlos en la naturaleza. Llegaron en último otoño y escogieron el granero de la casa como guarida.

El despertar de los oseznos se efectúa a mediados de mayo y les ponemos chipes con el fin de seguirles la pista. En efecto, el riesgo de tal rehabilitación es que se dirigen hacia un pueblo en busca de alimento.

Después de haber puesto las chipes, los oseznos regresaron en su guarida. Salieron el día siguiente y se quedaron en los alrededores de la casa. Fueron hacia el pontón lamer algunos restos de pez luego se dirigieron hacia nuestro abono compuesto antes de volver a acostarse hasta el día siguiente.

La falta de alimento sobre los lugares los hacía cada vez más agresivos y procuraban entrar en la casa. La situación era muy divertida a veces, particularmente cuando siguieron a Maud a los baños y trataban de abrir la puerta, y en otros momentos, éramos inquietos sobre el éxito de esta rehabilitación.

La misma tarde, Vladimiro e Iouri los llevaron al bosque. Esto duró sólo una noche ya que desde el día siguiente, volvieron al campamento, pero no seguían más al hombre, lo que parecía ser un punto positivo.

Entre nuestras tareas diarias, continuamos los trabajos de mantenimiento, limpieza, construcción, mejoramiento, pero también caminatas en la taiga y sacamos provecho desde luego de la presencia de los oseznos para tomarse un tiempo para observarlos.

En paralelo, ocho oseznos llegaron del centro de cuarentena de San Petersburgo. Periodistas alemanes vinieron para rodar las condiciones de su rehabilitación en su medio ambiente. Río arriba, preparamos una gabarra para transportar los oseznos que servirá también de lugar de observación. Una isla de un poco menos de 2 hectáreas ha sido seleccionada para aflojarlos. Un campamento muy básico ha estado instalado frente a la isla con el fin de que ecovoluntarios tarden sin interrupción en observar la actividad de los oseznos y les preparen para comer.

Después de su aflojado, hubo algunas complicaciones, ya que un osezno ha sido encontrado muerto, otro desapareció. El osezno ha estado matado muy probablemente por un oso macho adulto. Pues ha estado decidido tener una permanencia en la isla con el fin de evitar la presencia de animales salvajes, pero también de pescadores un poco demasiados curiosos.

Al campo de base ambos oseznos finalmente tomaron el camino del bosque y perdimos su rastro a pesar de la presencia de los emisores. Después de 4 días de búsquedas, la hembra vuelve sola al campamento el hambre al vientre y adopta de nuevo un comportamiento de seguimiento del hombre. Frente a esta nueva situación está decidido llevarlo en bosque, quedarse con ella 24 horas al día y aportarle un complemento alimentario sin que pueda asociarnos con este alimento. Esta operación es delicada pero afortunadamente momentánea porque la abundancia de las bayas en julio hará la felicidad de los osos. Finalmente después de algunos días de seguimiento, su hermano es de vuelta, lo que le permite al equipo soplar un poco y dejarlos juntos en bosque guardando un ojo sobre ellos.

En paralelo, Vladimiro devolvió un lince y dos oseznos para aflojarlos en una isla y seguir su comportamiento con la ayuda de trampas fotos.

De nuestra parte la hora vino para dejar la reserva y para preparar nuestra salida para Mongolia. Nuestro vehículo no rodó durante dos meses, sino arrancó rápidamente … Nuestro amigo Mendes (Eric Maufay) nos aconsejó bien sobre la elección del vehículo.

En cambio, una pequeña bergeronnette complicó nuestra salida ya que ésta instaló su nido en nuestra engalana choque, sobre las cuerdas elásticas. 3 días antes de la salida, desplazamos el nido y sus 6 huevos al lado del vehículo, en un refugio que fabricamos. Desgraciadamente, el bergeronnette abandonó sus pequeños. No murieron para nada, ya que los utilizamos para alimentar un joven búho duque medio.

Dejamos pues el campamento que tiene un pensamiento a otros ecovoluntarios que continúan el trabajo y con los que pasamos de momentos muy buenos. La construcción de la casa en un tiempo récord (menos de 8 días) fue un momento soberbio. Uno mil gracias también a Cyril que compuso las músicas de nuestra película.

De regreso a Kostomuksha, Iouri nos acoge en su casa y sacamos provecho de nuestros últimos días para descubrir otra reserva prohibida al público. Se trata de una selva virgen y no explotada donde podemos ver árboles de cerca de 300 años.

Iouri y su familia figuran entre nuestros encuentros más bellos en Carélie. Iouri se ocupó de nosotros como si fuera nuestro padre y hizo todo para que nuestro viaje se prosiga lo mejor posible particularmente dándonos contactos sobre el camino (en Moscú y Oufa), pero también ocupándose del administrativo (teléfono, seguridad en coche, mapas de carreteras). Va a viajar en lo sucesivo con nosotros, ya que nos ofreció una de sus chaquetas, y su mujer una bolsa de provisiones … Demasiado amable papá Iouri y mamá Marina …

Para aquellos les gusta a quienes la desorientación, ustedes no serán decepcionados viniendo en Carélie. En efecto, cuando se tiene la posibilidad de pasar del tiempo en la taiga, tenemos la impresión de que el tiempo se paró y que estamos solos en el mundo.